Me tinca que él sabe quién puede matar a un niño.
Estimados lectores del blog más maestro del universo (adivinen cuál). Les cuento que últimamente he estado viendo como dos millones de películas principalmente porque el cabezón Gutiérrez me pasó una maleta llena (calculen).
Lo que yo quiero es criticarlas todas, porque he visto cuestiones muy raras y enteras buenas, pero normalmente me demoro ENE (n) en escribir una crítica, así que por el bien de la crítica fliméfila he decidido empezar una nueva sección en el blog. Se llama (ojo) las MINÍCRÍTICAS y a partir de hoy día me largo no más con ellas. Pueden fijarse en la etiqueta al final que dirá "Minicrítica", o ustedes deducirlo por su cuenta. No van a ser necesariamente cortas, pero sí las voy a hacer más rápido. Van a ser la crítica express. La crítica al paso. La crítica espontánea. Etc. Así voy a cubrir más películas, ustedes van a poder leer un poquito todos los días y todos felices.
La película de hoy se llama ¿Quién puede matar a un niño? y para que no se enreden, no tiene nada que ver con ¿Quién engañó a Roger Rabbit? ni ¿Quién teme a Virginia Woolf? Ni ¿Quién le escondió el sombrero al profesor? En una de esas todos esos giles son la misma persona y podría hacerse una sola película para solucionar todos los enigmas de una, pero por lo pronto estamos sonados y hay que verlas de a una (sorry).
Bueno, para que sepan esta es una película del año uno (1), española, sobre un par de turistas que llegan felices a una isla a mandarse un Wild On!, comer cuchuflís, pasarlo chancho, sacar pica por fotolog y comprar tonteras para los parientes en la feria artesanal, etc. pero resulta que en la isla los cabros chicos (los pendex) se volvieron malos, mataron a todos los adultos y están esperando que llegue más gente para hacer lo mismo.
Juraba que lo iba a pasar pork.
Ustedes dirán “Pfffft, si llegan los cabros chicos a matarme yo me pongo a aletear y tirar patadas como malo de la cabeza y a ver si me hacen algo los mocosos”. Bueno, yo pensaba lo mismo, pero como a la hora de película ya estaba mirando para el lado y agarrándole más respeto a los pendex de mi edificio. Porque esta película usa el mismo principio de Los Pájaros, las Pirañas, los Gremlins, los zombis y las abuelitas: Uno da la pelea con uno. Con diez incluso. ¿Pero con cien? Ahí te quiero ver.
Se nota que la película es del año del loli, y tiene cosas bien raras o chantas (es lenta por ejemplo, algunos actores aprendieron a actuar en la academia Amango, y pasan como cinco horas antes de que el parcito llegue siquiera a la isla) pero en general la encontré MAESTRA. Y estoy feliz, porque si hay algo que me gusta en el universo es dar con películas viejas que igual dan susto y que todavía no les han hecho remake.
Acá hay ene cosas que dan miedo de verdad, por ejemplo, los cabros chicos. No hablan casi nada, y lo más terrorífico es que son todos normales, como si hubieran hecho el casting en la fila de cabros chicos que está esperando que les cambien el mono de la cajita feliz en el MacDonald’s. No son ni siquiera cabros chicos con cara de malos (onda La Profecía Re-make), son cabros chicos comunes y corrientes, todos pelucones porque la película es antigua.
Más encima se cree la muerte.
También me dio miedo que la película fuera casi entera de día. Típico que en estas películas los peliculastas van y chantan puras escenas de noche para que uno ande perseguido con los árboles, las sombras, etc. Pero acá nada. La isla está entera abandonada y las casas son todas blancas y todo pasa al rayo del sol, así que el susto es de verdad. Una de mis partes favoritas es cuando una viejuja está parada de lo mejor con unas montañas de fondo. Está mirando al horizonte, sin pescar las montañas que tiene atrás, y de pronto se empieza a llenar de cabros chicos que la miran a ella. La zorra. También me gustó que la turista (que está embarazada) en una parte se pone paranoica porque dice que en su vientre tiene a "uno de ellos" y se convence de que su propio feto está tratando de matarla. ¿Cómo no le dieron el Oscar a esta cuestión?
Lo único que no me gustó es que al principio de la película vienen pedazos de películas antiguas reales de cabros chicos sufriendo por culpa de los adultos, onda los cabros chicos en la guerra, en África, en La Lista de Schindler, etc, y es bien bajoneante la cuestión. Además son puras imágenes reales y es un poco patada en la guata… Se supone que es para que uno diga “igual los cabros chicos tienen motivos para vengarse” pero yo encuentro que no funciona mucho, y en el fondo yo cacho que es el peliculasta yéndose en la volada y pidiendo disculpas por anticipado a lo que viene después. “Pucha ya sé que agarro a balazos y a palos a los cabros chicos, pero la realidad es peor, ¿vieron? ¿cómo les quedó el ojo con estas imágenes, ah?”. Naquembequen.
No quiere más guerra.
Eso, igual a toda raja esta película. Así que si les gusta el terror de cabros chicos mala onda y quieren ver buenas escenas de un compadre agarrando a palos y a metralletazo firme a una turba de pendex, esta es su película. Quinientos millones setecientos tres mil seis estrellas.
PD: Nunca había visto algo que hiciera sufrir a tantos cabros chicos, hermanos, mamás, papás y empleados como el mono de la cajita feliz del MacDonald’s. De entrada porque siempre tienen dos (2) monos disponibles no más, y la elección de los cabros chicos es pura tortura. O escogen entre el que no les gusta, o el que ya tienen, y después comen apestados porque no están ni ahí con el mono y querían el que estaba en la vitrina. Porque en las vitrinas los tienen todos, obvio. Y después de mascar la hamburguesa con la cara de traste, la mamá finalmente le pregunta si quiere que le cambie el mono, y vamos parándonos a interrumpir la fila y molestar al pobre cyborg de la caja. Y la única solución que se le ocurre al cyborg es decir que si guarda el mono en la bolsa, después lo puede cambiar… ¿Cachan la presión que le ponen al cabro chico encima? “Puedes tener otro que te guste más, pero otro día, y siempre y cuando no saques ese de la bolsa”. Es lo peor.

Ronald MacDonald promoviendo la cajita.
Yo no cacho qué pretende el MacDonald’s teniendo dos monos disponibles no más, cuando muestran ocho (*). Pero si siguen torturando cabros chicos así, después no lloren cuando los cabros chicos se rebelen y maten a todos los adultos, onda ¿Quién puede matar a un niño?.
No la embarren, MacDonald's.
© Hermes.
(*) Pretenden deshacerse de todos los monos, porque si no los cabros chicos escogerían los puros monos bacanes y se quedarían con los otros siete guardados for ever, eso pretenden. Yo lo sabía, pero era una pregunta retórica, ya.