jueves, agosto 24, 2006

LA DAMA EN EL AGUA


Esta película es una genialidad, lo único malo es que es muy larga, nada explota y no se entiende nada, o sea, se va a entender en los años que vienen y ahí va a ser “de culto”.

Un amigo me dijo que era dirigida por Apu Shamalamadingdong, que es un director de cine muy famoso, porque hizo esa película donde un niñito espiritista lloraba porque no podía hablar en voz alta, y que al final era impresionante porque Duro de Matar no había sido tan duro después de todo.

Esta se trata de un gordito que es tartamudo y que trabaja en un condominio gigante que es todo Benetton (hay de todo, menos peruanos: chilenos, indios, árabes, chinos y hippies). El gordito vive triste y solo, hasta que un día llega una comadre que es más blanca que echar leche descremada en un plato blanco y dársela a un albino en la tina del baño y sacarle una foto con flash.

La comadre anda traumada porque ha vivido toda la vida en la piscina (pero no tiene los dedos arrugados), y porque se la va a comer el hombre lobo que anda rondando el condominio Benetton.

El hombre lobo es la zorra, porque tiene la espalda con pasto y se hace invisible. Es como vampiro inverso porque sólo se ve con un espejo. El peliculasta además lo filma muy bien y uno siempre está poniendo los ojos en rendija para poder verlo, porque aparece reflejado en alguna parte o parece que está ahí atrás, y ¡bú!

Si me pierdo el resto, soy un GIL IN THE WATER.

viernes, agosto 18, 2006

EL DESCENSO



Esta película es la cueva. Si no se gana el Oscar a la Mejor Película Extranjera de Terror con Minas Histéricas Que La Ven Peluda es porque en la Academia no queda ni una sola neurona con vida. (La película es extranjera porque las minas son feas y en una parte sale un auto con el manubrio al otro lado, como Mister Bean). Además es la única película que he visto en mil años que no es remake de nada, o sea, es make a secas.

Este make se trata de unas minocas Bridget Jones que “no necesitan a los hombres”, toman copete y dicen “fuck” porque son autosuficientes. Además son deportistas y hacen montañismo para poder usar las cuerdas, los ganchitos, los bananos y las cantimploras, y todas las herramientas de marca como las que tenía Stallone en esa película donde el avión se estrellaba y todos tenían que saltar en bungee para salvarse (Viven).

Para que uno conozca los personajes hay al principio una escena donde se ve que todas las amigas son choras y lo pasan bien. Andan en bote en el río, se mojan y se ríen y son enteras como ese programa de la Cameron Díaz donde ella hacía cosas riesgosas en países exóticos (como Chile) y decía “Oh my God”, con la diferencia de que aquí sí pasa lo que uno quería que le pasara a la Cameron Díaz: les salen los monstruos y las hacen pebre.

Pero para eso falta todavía.

Como necesitamos que una de las minas nos importe más que las otras (y para diferenciarlas porque son todas iguales) hay un accidente de auto y a la pobre parece que se le muere el marido y/o la hija, y de ahí en adelante todo mal porque ella va a andar con cara de Radiohead y va a tener puros flashpacks Clos de Pirque, o sea, tortas de cumpleaños, acto del colegio, fotitos de cabras chicas con maridos y todas las cosas en las que uno piensa cuando la gente se muere.

Que me muerda un MOSTRO si no sigo leyendo.

miércoles, agosto 09, 2006

CRÍTICA DE CINE(S): EPISODIO II.


Bueno, he vuelto de las vacaciones y es hora de seguir con mi investigación periodística sobre los cines y más específicamente, la pregunta que le quita el sueño a todos: ¿Cuál es el mejor cine?

Este es un trabajo serio eso sí, y es mejor que los reportajes de Contacto porque aquí no ponemos música siniestra, ni hacemos tomas con cámaras escondidas que se ven como el ñoquis y hacen que todo sea más feo de lo que realmente es, como los universitarios borrachos. Tampoco ponemos una viejita con voz de profesora de religión entre medio, ni cortamos a comerciales justo cuando vamos a revelar qué pasó con la viejuja de los quesitos. Esto es periodismo de verdad, y más encima escrito por mí, el único crítico hermessexual del universo. (Amaro se jura, pero no pasa nada, porque tiene muy gordo el cuello y habla como El Mundo al Instante, lo que hace que uno no se tome en serio ni el maremoto de Valparaíso que mostraron el otro día, y donde quedó la mansaca) (Queremos ofrecer todo nuestro apoyo a las víctimas de ese maremoto).

El biógrafo.

El cine: Este cine también es cine arte, pero queda en un barrio donde hay puros abuelitos y homogays, así que no tienen para qué colgar tonteras en el lobby, porque como todos saben, los abuelitos y los homogays tienen claro que lo importante va por dentro. En esta calle siempre hay además muchos gringos y flacas que se creen John Lennon, van al museo a opinar sobre los artes, comen hummus y no les dan besos a sus pololos en público. También hay un señor que es la versión chilena de Mrs. Doubtfire, esa película donde Robbie Williams se disfrazaba para robar un banco, y arrastra un carrito de supermercado con puras tonteras. Todos hablan de este Mrs. Doubtifire como si fuera “de culto” (esas cosas que no le gustan a nadie pero que son caras y difíciles de encontrar), pero en realidad a nadie le importa y uno cruza la calle cuando lo ve. (Hace poco se lo llevaron preso y salió en las noticias en la misma sección donde en verano muestran minas en bikini y argentinos) Este cine generalmente da una sola película y siempre parece que estuviera cerrado, pero es choro porque pegan recortes fotocopiados de críticos famosos para que uno entienda mejor la metáfora y se la explique a la polola y ella lo respete a uno y en la casa le haga galletas de puro orgullo. Lo que sí a veces se ponen chantas y proyectan la película en DVD por “fallas técnicas”, que son tan serias que las anuncian con cartelito escrito a computador y desde el primer día hasta el último. Para ver películas en DVD mejor me voy a parar afuera de Hites. Ná qué ver po.

Las salas: La sala de este cine es chiquitita y acogedora, lo cual suena bueno, pero es lo primero que la mamá le dice a la tía drogadicta que se cambió de casa a un departamento enano donde uno tiene que sacar las patas por el balcón para estirarse en el sillón. O sea, si uno tiene claustrofobia mejor ni va. Lo bueno es que tiene unos parlantes gigantes a los lados con las bocinas al aire, como los autos de los raperos millonarios que bailan en los semáforos. (Los autos, no los raperos) Cuando uno ve estos parlantes jura que se va a escuchar la zorra, así que un siete por despertar la ilusión. Un siete también a la decepción cuando se apaga la luz y empieza a sonar la película con la misma calidad del Hi-Fi de la radio reloj, pero eso es bueno, porque evoca al momento de la infancia en que supimos (spoiler) que el Viejo Pascuero no existe. (fin del spoiler). Lo que más me gusta es que este cine tiene platea alta. Para los que no saben lo que es platea alta les explico: es una fila de asientos que queda como en un segundo piso, encima de los otros asientos. Creo que es el único cine de todos los que he investigado que tiene platea alta, y es la zorra, porque uno se puede sentar en primera fila y ver perfecto. Además uno no tiene que mirar para arriba, sino para delante, y la imagen ocupa todo el campo visual y nadie molesta. (En la primera fila, claro). Uno también puede llevar de contrabando un termo con vómito falso hecho en la juguera, para darle un plus a la experiencia cinematográfica. Recomiendo hacer una mezcla de leche, arroz, tallarines, choclo y pan remojado. Luego meterlo al microondas para entibiarlo y echarlo al termo. En plena película –si es francesa mejor- hacer ruidos de arcadas y vaciar el termo hacia la platea baja a intervalos espasmódicos. Luego observar en silencio y disfrutar los misterios de la comedia humana ante situaciones adversas. Recomiendo también reservar esta acción de arte para cuando la película muestre escenas insoportables, como la típica escena de sexo inmediatamente después de que los personajes han llorado enrabiados odiando al mundo (si es drama) o el típico personaje apestoso que habla como si no estuviera en una película y dice “sé que esto es un cliché” justo antes de mandarse un cliché (comedia). El vómito falso no va a cambiar nada, pero hará la experiencia más memorable. Los asientos son afranelados y blanditos, pero no hay mucho espacio para estirar los pies y las abuelitas se escandalizan si uno pone los pies en el asiento de adelante. El cine es como cuico, pero sale barato, así que también sirve para llevar a la chica en la primera cita y economizar.

Las golosinas: No hay golosinas. Eso se explica porque el público objetivo del cine no consume: los abuelitos son diabéticos y los homogays son regios y se cuidan. De hecho cuando entrevisté a los dueños de este recinto fílmico me contaron que las últimas golosinas que tuvieron en vitrina fue arroz inflado, un chupón de manjar y una manzana confitada, que según mi abuelo era una especie de anticucho con un dulce gigante que tenía premios en el fierrito, como una victrola, un paseo en trolley o un sombrero de “Donde golpea el monito”, que parece que es una institución de venganza animal. (Mi abuelo está loco y por eso está internado en una casa de “reposo”). Yo una vez compré popcorn en un carrito con un amigo y lo metimos de contrabando, pero al rato una abuelita reclamó porque el ruido de nuestros dientes le estaba “sacando sangre de narices” y un guardia nos “llamó al orden”. Ahí se me ocurrió lo del vómito falso. ¿O fue viendo Los Goonies?

La recomendación de Hermes: Llevar a la abuelita y dormir porque hay silencio y tranquilidad. Ir también cuando uno esté a dieta, porque es más fácil no tentarse. Ir con impermeable en caso de que alguien me robe la idea del termo. Antes de entrar a ver la película leer las fotocopias que tienen pegadas, porque a veces dan puros bodrios y uno se ensarta.

Gran Palace.

El cine: Cuando le pregunté a mi abuelita qué onda este cine que nunca había escuchado nombrar en mi vida se le iluminaron los ojos y dijo que era el “palacio de los cines”. Me contó historias de gente pituca que iba a este lugar, bajaba dos millones de escaleras y llegaba a una sala gigante con fuente de agua, con baños de mármol y con luces de colores que cambiaban con la música, que era clásica, obvio. Me dijo que ahí la llevaba mi abuelo y que se enamoraron viendo una película que ella se sabe de memoria y que no conoce nadie. Yo aluciné y pensé en llevar a mi novia Laurita V ahí al tiro, bajar tomados del brazo y hacer la escena de Titanic cuando Machuca anda disfrazado de millonario y le da un beso en la mano con guante a la gordis. Claro que cuando llegué lo único cierto era lo de los dos millones de escaleras. Así que habría que demandar al tiro por publicidad engañosa porque en el puro nombre del cine hay al menos dos grandes mentiras. Mi abuela está loca. No hay alfombra, puros azulejos blancos, y no hay fuente de agua, ni mármol, ni música clásica, ni nada. Además no es una sola gran sala como dice mi abuela, sino que son cuatro salas apretujadas. (Hay una que está bien y es grande, pero las otras parece que metieron el cine en el ropero). Además este cine está en el centro, y eso significa que uno va a llegar o estresado o sordo, porque entre los bocinazos, los gritos de “Kino”, “La Segunda”, “Er Harry Potter” y la musiquita de ascensor en los parlantes que hay en los edificios, el oído como que se le perturba a uno y encuentra que la película se escucha como el Loly aunque se escuche como el Dolby.

Las salas: Bueno, ya dije, hay una buena y tres más que son como ver películas en la pieza. Igual se ve y se escucha más o menos bien (mejor que cine arte por lo menos), pero últimamente como que dan puras películas para cabros chicos, y en español más encima. El suelo está siempre pegajoso y los que atienden son como empleados choros y alegres de multinacional gringa, pero están enojados y no se pueden olvidar de que son chilenos, como los de Fantasilandia y Los pollitos dicen. En general es un poco deprimente, ¿o andaría yo atravesado el día en que fui? Es barato, eso sí, y los lunes, los martes y los miércoles es tan barato que dan ganas de donar el vuelto. Los asientos no son Tur Bus y lo dejan a uno un poco tieso, pero nada permanente que la subida de las escaleras a la salida no arregle.

Las golosinas: Hay de todo, y el popcorn es muy rico. Es barato además, igual que la entrada, pero ese aire deprimente que me agarró lo contaminó todo y no sé si disfruté mucho. Vayan ustedes y me cuentan.

La recomendación de Hermes: Si están deprimidos no vayan. El centro con sus dos mil personas con cara de poto caminando para allá y para acá a TODA hora (¿no trabaja nadie?) hace que uno se predisponga mal para el cine. Además esos parlantes con musiquita que lo siguen a uno promueven un poco la delincuencia encuentro yo, si hasta a mí me dieron ganas de cogotear a una abuelita que iba con la cartera muy descuidada. El cine está bien, eso sí, pero yo me sentí mal y no lo disfruté. Como polola en cita romántica con pololo con halitosis. O sea, mal po.

Normandie.

El cine: Este cine tiene doscientos años de tradición. Es Cine Arte, así que cruje, dan la película en astigmatismovision, tiene olor a polvo, y se escucha en Doby Digital 0.1, el punto uno correspondiendo al eco de los asientos que crujen. Queda en un barrio lleno de “picadas”, que son los restoranes donde venden sólo un tipo de trago y un tipo de comida, pero donde nadie quiere pedir otra cosa que no sea eso, y siempre van las mismas personas. Dan muchas películas y en eso se parece a los cines de la playa a los que uno iba cuando era chico, con la diferencia de que aquí no dan Martes 13 VII: Jason y el prisionero de Azkabán, y en general dan puras películas con actores desconocidos que hablan en idiomas que suenan inventados y donde sale pilucha la gente fea. O en blanco y negro. O todas las anteriores. También dan mucho “festival” con variados ejemplos de la cinematografía mundial. Aquí hay una lista de ejemplo de los festivales que hace este cine:

1) Festival: Nuevas tendencias del cine inglés.

Películas: El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante; 8 ½ mujeres; The pillow book.

2) Festival: El amor y la demencia en el nuevo cine europeo.

Películas: El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante; 8 ½ mujeres; The pillow book.

3) Festival: Lo mejor de Peter Greenaway.

Películas: El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante; 8 ½ mujeres; The pillow book.

En resumen, este cine tiene de todo. Y también tiene cinéfilos, aspirantes a peliculastas, y estudiantes de filosofía de cuarenta y dos años que se aglomeran en la entrada. Todos fuman y tienen opinión, y quieren compartir ambas cosas con el mundo. Estos mismos tipos después van a las picadas a comentar los flims y le meten conversa a los viejitos sin esperanza que están ahí y así después hablan con autoridad de la raza humana. En el lobby hay dos millones de afiches y uno se queda pegado mirando, como en la iglesia. Y a diferencia de la iglesia aquí uno quiere robarse las cosas y llevárselas para la casa. Lo bueno es que uno puede pagar escolar como en la micro, y le sale barato, a diferencia de la micro.

Las salas: Es una sola en realidad, grandota y vieja, un poco como las picadas que hay a los lados, pero en cine. Como se sabe es Cine Arte, así que la calidad de sonido e imagen es algo que sólo preocupará a los superficiales sin sensibilidad que andan pendientes de puras tonteras. Los asientos son muy incómodos, tanto que llegan a ser ergonómicos y uno termina viendo verdad en todo. Si le película dura tres horas y media y está en sueco, más vale comprar bono para el kinesiólogo con antelación. Hay que decir además que todas las películas que dan aquí las dieron hace un mes o más en el Showcase y en el Hoyts, pero que cuando llegan acá ya tienen reputación y ahí sí que el filósofo y el peliculasta se pueden dignar a ver Magnolia o Matrix porque son “interesantes”, mientras que en el Hoyts eran una estupidez.

Las golosinas: Las golosinas de este cine son la clase de cosas que compra el abuelo de uno cuando quiere comprar “dulces”: Pastillas, galletas de vino, sustancias (alguien explíqueme qué es una “sustancia”, con forma de “guagüita” más encima, cosa más satánica no había visto), y de esos huevitos con una almendra adentro que hacen con huesos de gente diabética. (Y que el colegio de dentistas confeccionó junto a la NASA para apropiarse del mundo). O sea, las peores golosinas imaginables. Y todo en envases ultra chicos, que hasta en un cortometraje no servirían para nada. Lo peor de todo son las bebidas, porque vienen en botella de vidrio y las venden con pajita, como en el bus a Viña. Y todos saben que eso es una aberración. Primero porque en la botella viene muy poco, y segundo porque la pajita al principio lleva puro espuma y bailotea arriba de la bebida, y después porque se va para dentro y uno tiene que meter el dedo para sacarla. O sea, todo mal. Y más encima el cine tiene pendiente, y si estás en la última fila y se te cayó la botella al suelo, estás diez minutos escuchando cómo rueda hasta que llega abajo (o sea, te arruina la mitad de lo que dura el plano del señor sueco desnudo despertando).

La recomendación de Hermes: Ir cuando no puedan ver la película en ninguna otra parte y llevar sus propias golosinas. Igual el festival de Peter Greenaway estuvo la zorra.

Coming Soon: Crítica de Cine(s), Episodio III.

© Hermes.