sábado, junio 17, 2006

CRÍTICA DE CINE(S): EPISODIO I.

El otro día un amigo que sabe que soy crítico famoso me preguntó cuál era el mejor cine. Yo le dije que el cine pakistaní, obvio, pero me dijo que no fuera huevón, que él quería saber cuál era el mejor cine para ir y sentarse a ver la película, o sea, la marca del cine. Ahí se me ocurrió la idea de hacer este reportaje, porque soy crítico de cine y eso significa que puedo criticar. Como son muchos cines, voy a tener que ir de a poquito, así que va a ser en varias partes. (Con este artículo me voy a ganar el Wurlitzer)

Showcase Parque Arauco

El cine: Este cine parece aeropuerto, y está bien, porque queda en Miami. Todos los que atienden son viejos empaquetados que parecen androides de Inteligencia Emocional, salvo el osito que era lindo. Los demás dan miedo, y cuando tienen que tomar decisiones importantes como dar vuelto de veinte hablan por micrófono y aparece uno ejecutivo vestido de botones que paquea y anota todo y a uno lo hace sentir criminal. Lo que me gusta es que las entradas están bien impresas y son grandes, y se pueden coleccionar y con el tiempo no se deshacen. Así uno después mira la entrada y se acuerda y es como si existiera.

Las salas: Son como esa película donde todos se quedaban encerrados en el cubo que tenía trampas del coyote, pero más oscuras y con más alfombra. Lo malo es que los asientos no tienen respaldo y uno queda con el cuello bailoteándole y tiene que hundirse en el asiento y ojalá levantar las patas apoyándolas en el asiento de adelante. Lo que sí ahí aparece de inmediato un señor con wookie toki a decir que eso no se hace y uno por puro miedo a que lo arresten deja de hacerlo. Al final uno está toda la película tenso porque esas cosas dan susto, así que recomiendo este cine para ver películas de terror con policías malévolos, como Gringuito. La última película que fui a ver a este cine fue Camote y se escuchaba como las pelotas. En serio, se veía bien pero el sonido se echaba a perder a cada rato como cuando el audífono está malo y uno tiene que apretar el cable con el dedo para que se escuche por las dos orejas, y nunca le achunta. Uno se pone más tenso porque quiere pararse a reclamar pero no puede poner la película en pause, y yo que soy inteligente (porque soy crítico) levanté las patas y las puse en el asiento para “llamar” al del wookie toki y reclamarle, pero no cayeron en mi trampa. O sea, cuando tú vas ellos ya vienen y mejor no pasarse de listo.

Las golosinas: Lo bueno es que tienen Yögen Fruz. Lo malo es que las cabritas parece que las endulzan con aire pero las cobran como si fueran de oro. O sea, más caras que no sé qué y sin gusto a nada. Las bebidas también son buenas porque tienen Bilz, pero todo el mundo pone cara de poto cuando le dicen “Pepsi” en vez de Coca y terminan comprando Cachantún a mil quinientos la botellita. También son muy careros y por la bolsa de M & M que en todas partes cuesta trescientos pesos aquí cobran luca. (Ojo porque dentro del mall hay supermercado y uno puede gastar la misma luca en otras cosas)

La recomendación de Hermes: Ir sólo cuando es cita romántica, porque así uno puede pasear por Miami y sentirse parte del progreso, y así cómo no van a dar ganas de tener hijos.

Cinemark Alto Las Condes.

El cine: Este cine no tiene Miami, pero tiene Canadá. Y Francia. Y la fortaleza de Superman y todo (esa donde Superman guarda sus tubos de ensayo). También tiene escaleras mecánicas, pero una vez se cortó la luz justo cuando yo estaba arriba y quedé atrapado como por una hora. Aquí los que atienden son como los del McDonald’s y hace juego porque el cine está al lado del Fudgarden. Pero no se puede entrar al cine con comida del Burger King porque es ilegal. (Yo una vez con mi primo Jano nos escondimos unos whoppers en el bolsillo y todo el cine se pasó a cebolla. Una señora reclamó y echaron desodorante) El cine es todo verde y con luces de Las Vegas, y al final uno no alcanza a distinguir el afiche de Poseidón del comercial del Parque del Recuerdo, pero eso es bueno porque así uno se distrae y comparte con los suyos. Una vez vi a Alberto Plaza en la fila y sentí que estaba en los Oscares de Hollywood. (Sacó entradas para Chicken Little y no le quiso comprar popcorn a sus once hijos)

Las salas: Las salas de este cine son gigantes y tienen asientos Tur Bus. Claro que en vez de decir DOLBY el galvano que tienen en la puerta debería decir LOLY, porque se escucha como el ídem. Cuando fui a ver la tercera parte de la película Episodio se escuchaba más el ruido de la sala de al lado que el “¡Noooo!” del Dark Vader, y más encima había puros rubios giles que cuchicheaban porque eran más inteligentes que George Lucas. También me acuerdo de unos pololos que reclamaron porque en Elephant no salía ningún elefante (la chiquilla era fanática), y como uno de ellos era hijo de un político, a los dos les devolvieron la plata. Hay que tener paciencia si van a ver películas de niños a este cine, porque se llena de puras familias como la de Mi pobre angelito, pero ojalá a alguno se les olvidara el pendejo en la casa porque puta que hinchan las pelotas. (Y que les salieran los ladrones, pero de los chilenos, o sea, de los brígidos)

Las golosinas: Lejos el mejor popcorn de todos los cines del mundo. Aquí sí que da gusto. A veces salen unos apelotonados que traen tanta azúcar que la tapadura llega a llorar de emoción. Lo malo es que no tienen Bilz y que las gorditas de la caja siempre logran persuadirlo a uno de que se lleve el popcorn de tres lucas, porque trae más del doble que el de dos mil quinientos, y para estar perdiendo plata mejor me voy a un Teletrak. Es caro, pero uno no siente que lo cogotean como en el Showcase.

La recomendación de Hermes: Comprar popcorn e irse a ver la película a otro cine. Le recomiendo este cine a Bin Laden, por si se aburrió de las cuevas y quiere hacer maldades.

Cine Arte Alameda.

El cine: Este cine es además galería de arte. (Es Cine Arte, obvio) Eso quiere decir que en la entrada les sobra mucho espacio y siempre están colgando tonteras para que uno se asombre y comente y la polola crea que sabe. Como es Cine Arte hay muchos afiches de películas antiguas que uno ya no puede ver, y eso igual da un poco de rabia. Por fuera es todo muy lindo y hay harto suelo para sentarse a contar las monedas, poner la mochila con el parche de Radiohead y mostrar el tatuaje que se asoma por el final de la espalda. Hay café virtual y un flipper, pero parece que está malo. La boletería la atiende una viejita sorda que nunca escucha la película que uno quiere ver y eso es gracioso porque siempre dan una sola película, que más encima están dando en Cinemax desde el mes pasado. La boletería es de esas que tienen un vidrio con un hoyo redondo a la altura de la cara de la viejita y siempre dan ganas de meter la mano por ahí y tirarle el pelo a la señora, pero uno se contiene porque es Cine Arte. Otra cosa que no me gusta de este cine es que las entradas no son coleccionables, son un papel ordinario que se destiñe y que no dice ni la película que fuiste ni nada, y tiene el puro precio y la fecha con un timbre de esos que puro se alcanza a ver el año. También hay unos guardias pesados que te siguen con una linterna hasta que te sientas y luego se van enojados no sé por qué.

Las salas: Hay dos salas, pero una es más chica y no parece cine. La más grande parece cine del siglo pasado, y si uno se mueve cruje entero todo y la gente hace callar. En realidad hacen callar porque el parlante siempre se revienta y se escucha todo mal, pero da lo mismo porque es Cine Arte y lo que importa es la imagen. La imagen de este cine es como las pelotas, pero da lo mismo también, porque al final uno va para hacer hora en la entrada y tener onda. El cine tiene cortinas que tapan la pantalla y eso es gracioso porque cuando se abre crea expectación y uno escucha la cortina, que ojalá se corra bien, porque si no hay que estar leyendo los subtítulos arriba de la cortina. (Pero no hay para qué leer porque lo que importa no es lo que se dice, sino cómo se dice, porque es Cine Arte).

Las golosinas: Como es Cine Arte, tampoco es necesario estar comiendo nada. Pero en caso de que uno quiera entrar con cosas de contrabando puede comprarse dulces en el café virtual, pero venden puros dulces de la botillería, como chocolate Capri, turrón Dos en Uno, o chicle Grosso. Esas cosas no sirven para ver películas porque no duran nada, y hay que estar chupándolas para que duren, y eso desconcentra y uno se pierde la metáfora. Mejor ir al minimarket de Vicuña y comprarse verdaderas golosinas, pero mejor abrirlas piola en la galería de arte, porque si no adentro los intelectuales te van a mirar feo por superficial.

La recomendación de Hermes: Ir a mirar los afiches, las tonteras colgadas, meter la mano por el hoyo en el vidrio, tirarle el pelo a la señora y salir arrancando. Ver la película en Cinemax el día en que la den.

Coming Soon: Crítica de Cine(s), Episodio II

© Hermes.

martes, junio 13, 2006

LA PROFECÍA

Esta película justo se estrenó el seis del seis del seis, y debería ganarse el Oscar a la mejor coincidencia terrorífica antes de un estreno, porque justo se trata del diablo y ese número es la página de la Biblia en la que aparece por primera vez.

El flim parte con una universidad donde hacen clases los curitas (y que tiene una mesa larga y data) y vemos uno que sabe mucho y que está haciendo disertación sobre el diablo que viene, porque las señales están en todas partes. Las señales son las cosas feas que pasan en las noticias y ahí uno se empieza a asustar porque ha visto todas las señales prácticamente desde que nació, o sea que el diablo viene sí o sí. Como en todas las películas modernas los curitas aquí son todos locos y saben secretos y no hacen misa, y hay uno que siempre anda mirando para todos lados por si viene el demonio y tiene los pómulos gigantes de tanto leer la Biblia así que se la sabe de memoria y todo lo contesta con versículo, lo que igual agota la paciencia, así que uno aplaude cuando lo mata la jabalina.

Pero todo gira en torno al Andy Cristo, que es como la guagua del pesebre pero en versión gótica. Eso sí en vez de amenizar convirtiendo el agua de la llave en pisco, Andy hace puras cosas diabólicas, como mirar feo todo el rato. Durante las once horas de película Andy te mira como si le hubieras robado el sacapuntas y le hubieras puesto la punta de la lengua al tornillo para sentir lo amargo. O sea, te quiere puro matar. Es tan odioso que hasta los gorilas disfrazados del Jumbo le temen y en una parte deja la escoba porque se les acerca. Y nunca lo muestran mirando lindo, para que uno no se confunda y empiece a preguntar tonteras en voz alta durante la película, como las pololas. (Una estrella de bono por eso)

Si no sigo leyendo que me lleve el CHANFLE.