365 DÍAS EN PLURAL. (ESTO NO ES UNA CRÍTICA)

¿Se acuerdan que les conté que se venía un post que no era una crítica? Ya pues. Aquí está.

Este es otro de esas no - críticas donde no le doy estrellas a nada, ni demuestro que soy el mejor crítico de las artes flimísticas del universo. Esta entrada es para demostrar que soy un ser humano y tengo alma. O sea, que soy más que una cara bonita.

La dura, esto va a ser como el video ese de Robin Williams, cuando el compadre se sacaba toda la piel y quedaba esqueleto, y las minocas anoréxicas lo miraban como si nada. Bueno, yo soy ese ahora. Estoy en la pista de baile listo para empezar. Póngale play.

(Ojalá que a ustedes les importe más lo que voy a decir que a las minocas el striptease de Robin, aunque si les da lo mismo, filo. Pero no creo, porque ustedes se nota que son maestros. Tú sobre todo)

Si tuvieran una máquina del tiempo como la del abuelito de Michael J. Fox podrían viajar hasta el domingo 11 de junio del 2006 y buscar a Hermes (yo). Lo encontrarían en el baño de su casa, todo nervioso lavándose los dientes y secándose el pelo con secador, y sacándole el vapor a la pantalla del celular para ver la hora. Escucharían al pajarón de su hermano (el Gabo) tocándole la puerta para que se apure, y molestando porque el muy pelmazo cachó que ese era el día de la cita.

(Me aburrí de hablar de mí en tercera persona, no sé cómo lo hacen algunos. De ahora en adelante sigo normal, pero no se les olvide que les dije “si ustedes viajaran en el tiempo”, porque la idea es que lo vean como si fuera una película, obvio)

El Gabo me pilló porque le pedí perfume y porque leía mi blog (para molestarme) y de milagro la neurona y media que tiene le hizo click y cachó que el 11 de junio era el gran día. Y que yo estaba nervioso. Y contento. Y encontrándome gordo y horrible. Y contento. Todo eso a la vez.

La última vez que había pololeado había sido con la guatona mala onda que ni se nombra (la innombrable) y desde entonces me había dedicado al puro Osho y al Snow. Después de que la guatona se borró decidí que no iba a pololear nunca más y que quería estar solo forever. Y claro, apareció Laurita V, que no sé si ustedes que la leen se han dado cuenta, pero es lo mejor que hay desde que Dios dijo “hágase la pizza”. (Y la pizza se hizo, y Él vio que era buena)

Laurita V. es de esas personas que aparecen y como que el resto de las cosas quedan fuera de foco. Cuando dice algo todos los ruidos del mundo son coro. Y si se ríe todo da lo mismo. Es por eso que le hago cosquillas aunque me reclame y aletee como epiléptica. (El otro día me pegó el medio charchazo tratando de evitar que le hiciera cosquillas, pero yo seguí igual, porque vale la pena).

Todo eso lo iba a descubrir en esa cita, hace un año. De haber sabido lo que se venía habría estado todavía más contento y más nervioso, y el Gabo con sus tallas fomes me habría dado lo mismo.

Nos juntamos con Lu y su pura risita me iluminó entero. Ella me encontraba gigante porque es chiquitita (somos iguales a esa foto que puse), pero nos dio lo mismo. Todavía faltaba harto por saber de nosotros, y eso era lo mejor. Cualquier chiste que le contara iba a ser nuevo. Tenía todas las anécdotas para contarle. Todo lo que ella me decía me sorprendía. Éramos como un DVD en blanco que íbamos a grabar con la media película, los menús más bacanes del cosmos y los medios extras. Era tanta la alegría por la lesera más estúpida que hasta cuando sonaba el teléfono a uno le daba infarto y salía corriendo a contestar… En esa época yo andaba como gil por la vida, y generalmente todos dicen que esa es “le mejor etapa”, pero eso es mentira. Todos los días son “la mejor etapa”. Hasta cuando hay pelea, porque obvio que después quedamos más contentos que no sé qué y es una pelea menos que vamos a tener en la vida. (Nos faltan palabras para decirnos cosas lindas después).

Y bueno, el lunes cumplimos un año de esa cita.

Ahora hago memoria de todo lo que ha pasado en este año y lo veo todo como cuando al viejito que está que se muere le dan el Oscar a la Lástima. Siempre ponen un clip con los mejores pedazos de las películas con musiquita emocionante y uno llora.

Nuestro clip es lo mejor. Hay pedazos de esa primera cita. De las cabritas que comimos y del jugo de frambuesa que tomamos. Cuando me dio el primer beso. (Porque lo dio ella, ojo). Cuando le hice su primer regalo (una película más buena que no sé qué). Cuando ella me hizo mi primer regalo (una película más buena que no sé qué). Cuando el mimo en la calle me agarró para el fideo y ella me defendió. Cuando comimos de esa pizza con palta antes de ver Little Miss Sunshine y ella pidió el resto para llevar y se lo comió en el cine (y a mí me dio pica no haber hecho lo mismo, pero dio lo mismo porque ella me convidó de la suya). Cuando fuimos al recital de Coldplay y nos burlamos de los monos que hacía el roquero en el escenario (mamerto) y de las viejas feas que se creían lolas y tenían más arrugas que el desierto de Atacama (viejas feas). Cuando ella se quedó dormida en mi pieza y se le pasó la hora y la retaron en su casa. Cuando nos sacamos mil fotos en la playa y después las vimos en el computador, comiendo papas fritas y ella me retó porque saqué el USB de la cámara antes de el computador dijera “es seguro retirar el hardware” o no sé qué. Cuando ella estornudó y se le escapó un pún (dijiste que no te ibas a enojar si contaba eso, acuérdate). Y tantas cosas más que me dan risa y calorcito en la panza a la vez. Tantas cosas que podría contar y tenerlos aquí un año completo. Todos se dormirían, seguro… Menos nosotros. Felices de ser felices.

Son más de 365 días pensando en plural, Lu. Y quiero más… Muchos más.

© Hermes.